Del verbo inglés “TO FOLLOW” : seguir.
FOLLOWER: seguidor
Muchos “Madurescentes” madrileños recordamos cuando, allá por los 60s, nos llevaban a “ver los aviones” en el aeropuerto de Barajas (actualmente Adolfo Suárez Madrid-Barajas). Era una fiesta y pasábamos una tarde familiar de lo más divertida.
Por allí veíamos unos cochecitos amarillos con una luz giratoria en el techo que, como hormigas rápidas, corrían por las pistas perseguidos por enormes aviones. Algunos nos preguntábamos qué significaba aquel cartel que llevaban en su parte trasera:” FOLLOW ME”. En cuanto teníamos oportunidad, averiguábamos que su traducción era “SÍGUEME”.
Pero en este momento, creo que aquellos “seguidores” (“FOLLOWERS”), debemos entenderlos dentro de otro contexto más cibernáutico y mercantil: los seguidores de opiniones, productos y perfiles en las redes sociales. El número de aquellos, mide el éxito o fracaso de éstos. Todos vemos cómo nos lo piden: “Me gusta”, “Me divierte”, “Me enfada”,… Hay muchas maneras de que “sigamos” a alguien o algo.