La jubilaciónes una parte más de la vida. Los madurescentes, en concreto, la tienen cada vez más cerca. En Somos Madurescentes ya hemos hablado de ello en alguna ocasión. (EN EL HORIZONTE LA JUBILACIÓN) Y como mencionábamos en ese artículo, la manera de afrontar la jubilación ha cambiado, la figura del jubilado ya no es la que era. No es ese señor mayor, con gorra y bastón, que pasa los días mirando las obras públicas o dando de comer a las palomas.

En la actualidad, los madurescentes jubilados son personas activas, con ganas de seguir moviéndose, aprender, que destinan su tiempo a aquellas tareas que siempre han querido hacer, ya sea viajar, iniciarse en cursos, o bien poniendo en marcha proyectos personales como emprendedores. De hecho, la madurescencia es una etapa de la vida, que vemos como una oportunidad única, para llevar a cabo este tipo de iniciativas propias y conseguir hacer aquello que siempre se ha deseado.

También ha cambiado la manera en la que se ve ese “retiro”. El concepto de residencia o centros de día tampoco es el que era. Los madurescentes buscan otras alternativas que no impliquen estar encerrado, aislado, ni parado. No quieren llegar a ser una carga familiar, pero tampoco dejarse llevar a un retiro deprimente, solitario y aburrido.

Comunidades colaborativas

Somos Madurescentes ha encontrado alternativas para esa jubilación activade la que hablábamos. Una opción muy recurrente, que cada vez va teniendo más éxito entre los madurescentes jubilados. Son las comunidades colaborativas, una alternativa a la tradicional jubilación.

El término original es el anglicismo “cohousing” (CO-llaborative HOUSING) traducido como “comunidad colaborativa”. Que pese a parecer un término lejano, ya existe un alto nivel de repercusión en nuestra sociedad. De hecho, según el informede Mayores UDP(Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España),  6 de cada 10 personas mayores de 65 años saben de este modelo residencial y un 40% se plantearía ir a vivira uno de estos lugares.

 

Casos reales

El centro Trabensol, es un ejemplo. Es un Centro Social de Convivenciaque apuesta por una vejez activa y rica. Cuyo objetivo es buscar una forma satisfactoria de pasar esta etapa de la vida.

Esta iniciativa nació en 2002, cuando un grupo de conocidos quisieron afrontar la situación de cómo envejecer y no depender de nadie. Tras mucho esfuerzo y trabajo, consiguieron trasladarse a su actual hogar, un edificio «bioclimático, geotérmico, con poco impacto medioambiental y de poco consumo energético», según Jaime Moreno, exredactor del NODO y ahora residente de Trabensol, como declaraba en una entrevista al diario El Mundo.

Son Centros de convivencia, pero también de asistencia. Con servicios adaptados según las necesidades de cada persona. Dispone de alojamientos individualese independientes, de servicios comunes, para las tareas que se pueden ir haciendo más costosas (comedor, limpieza, lavandería…) y de lugares para el encuentroy la convivenciacon otros madurescentes jubilados con intereses y circunstancias comunes.

Funcionamiento de las Comunidades colaborativas

Esta forma de vida combina independencia y participación cooperativa, evitando así la soledad y el aislamiento. Fomentando la tolerancia, la solidaridad y facilitando una vejez agradable y enriquecedora, cultivando las cualidades y aficiones de cada uno de los residentes de estas comunidades.

Los madurescentes que se animan a vivir en estas comunidades, forman parte de la cooperativa convirtiéndose en socios. Se fija una cuotamensualsegún los costes asumidos por cada persona, que se paga desde la adjudicación de la vivienda.

Los alojamientos son propiedad de la cooperativa, por lo que los socios tienen derecho a su uso hasta que estos fallecen o dejan la Cooperativa, liquidándose a su favor, o al de sus herederos, la inversión efectuada en el inicio.

Estos alojamientos cuentan con cocina-salón, dormitorio y terraza. Unidos por jardines, huertos, invernadero. Con espacios de biblioteca, gimnasio, baño terapéutico y multitud de salas en las que reunirse y hacer actividades como yoga, restauración de muebles o pintura.

Y aunque cuentan con personal encargado de los servicios comunes, los socios pueden aportar trabajo voluntario a la comunidad, según la iniciativa, gustos y cualidades de cada uno.

Comunidades independientes y saludables

Normalmente, estos centros marcan una franja de edad para poder ser parte de la cooperativa (50-70 años). Lo establecen así para evitar que se les asocie con la tradicional “residencia geriátrica”.

Estas cooperativas no son centros a los que acudir cuando las personas no tienen las condiciones necesarias que les permitan mantenerse en su entorno habitual. Para esos casos, hay centros especializados y dedicados al cuidado específico de los mayores.Son proyectos de convivencia y libertad,lo que no quita para que cuenten con cuidados específicos según las necesidades.

Promueven un entorno donde estos madurescentes sean independientes, quieran vivir de forma alternativa, en comunidad, con condiciones saludables, en un entorno solidarioy de cooperacióncon acceso a una vida más enriquecedora.

Más allá de las actividades y las instalaciones, lo que desde Somos Madurescentes destacamos de este tipo de iniciativas, son las relaciones humanas. La posibilidad de compartir tu tiempo y espacio con otras personas con las mismas inquietudes y conocimientos, sintiéndote útil, válido, libre e independiente. Disfrutando de esta etapa de la vida.

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